
El fin de semana Lobos recibió a Eulalio “Coco” Muñoz, atleta olímpico que competirá próximamente en Tokio.
Viajaba con destino a Mexico, quedó varado en Capital Federal, y como no podía continuar entrenando, el Director de Deportes Ariel Ferreira y el atleta Ezequiel Brahim se pusieron en contacto con el y lo invitaron a entrenarse en nuestra ciudad hasta que pudiera continuar su viaje.
El propio Ezequiel Brahim, calificado columnista de La Palabra, brindo detalles de como fueron los hechos y de la particular estadía de Muñoz en Lobos.
Chubut, México, Tokio, ese era el plan del maratonista Eulalio Muñoz, “Coco” para los amigos, rumbo a sus primeros Juegos Olímpicos. Pero el destino quiso que hiciera una escala de 45 horas en Lobos. Cuarenta y cinco horas muy intensas.
Por las restricciones debido a la cuarentena, el vuelo previsto el pasado sábado a México no salió, Muñoz y su entrenador Rodrigo Peláez quedaron varados en Capital Federal, una ciudad muy incómoda para entrenar una maratón. Previo a este inconveniente Peláez ya estaba en contacto con el director de políticas deportivas de Lobos, el dr. Ariel Ferreira. Y yo que escribo estas líneas, Ezequiel Brahim, había hablado con Coco contándole las virtudes de nuestra ciudad para entrenar, sin sospechar que las iba a termina utilizando previo a un Juego Olímpico.
Ni bien se cancela el vuelo Peláez se contacta con Ferreira y este pone todo a disposición para que Lobos sea la mejor solución durante la espera. Organiza el transporte, el alojamiento, el gimnasio para complementar el entrenamiento y se compromete a solucionar cualquier requerimiento. Y aquí comienzan las 45 horas a ritmo olímpico.
Llegan a Lobos el domingo a las 11:45. Los paso a buscar por la combi y vamos a casa, almorzamos, a Coco se le pega el arroz.
Duerme algo de siesta, a las 15:00hs sale a hacer el fondo largo del domingo. Su entrenador Rodrigo y yo lo acompañamos en sendas bicicletas. Elijo como recorrido el camino de tierra rumbo al paraje La Porteña. Pasamos el boliche echando viento, hizo 16 kilómetros y giró en “U”, otros 16 para volver, así se fueron 32 km al mismo ritmo que yo corrí los 10km de la Uniendo Pueblos este año para salir segundo. Es decir, hizo mi carrera, tres veces seguidas. Tanto de ida como de vuelta lo sacó chumbando un perro con tres patas.
Cena en casa, repite parte del arroz pegado, había hecho bastante. Se van a dormir.
Ferreira los pasa a buscar el lunes a las 8 am, los lleva a gimnasio que montó en la laguna para la escuela de canotaje. Hacen gimnasio y luego corre 14 km en el parque. Se van a un departamento alquilado.
Almuerzan, duermen siesta y nos encontramos a las 16hs en la pista de atletismo de ADAL. Observados por un reducido público entre los que se destacaban el primer maratonista lobense, el señor Miguel Schiel, y el destacado duatleta José “Procer” Dupraz. Entrenamos juntos. Juntos es una forma de decir, Coco hizo 15 km a máxima velocidad y yo lo seguí al borde de la muerte poco más de 4. Todo bajo la mirada atenta de su entrenador, que se atemorizaba por mi pronto fallecimiento.
Se fueron a dormir temprano. El martes Coco corrió 28 km apenas más lento que el domingo. Luego almorzamos Peláez, Ferreira y yo un rico asado a cargo del parrillero Andrés Iszczuk. Coco se hizo arroz, es vez no se le pegó.
A las 14:30 Ferreira los lleva a la combi, yo le alcanzo las zapatillas que se olvidó en casa y le doy un termo de la Bahía de los Lobos y un mate de madera de Wolfes automotores, que ya se estaba Coquito por ir a Tokio sin equipo de mate.
45 horas a ritmo de atleta olímpico. Cuando el 8 de agosto vean la maratón que cierra los Juegos de Tokio, busquen a Eulalio Muñoz y sepan que en sus zancadas van un poquito de tierra de Lobos.