Viven en distintas localidades del interior del partido. Poseen distintos gustos. Tienen entre 20 y 30 años. Decidieron seguir caminos diferentes. Pero los une la misma pasión y el mismo amor: el desarrollo de las comunidades rurales.
Por eso decidieron quedarse a vivir en el campo y pelear por sus sueños en su ámbito, en su entorno.
LA PALABRA reunió a egresados del CEPT Nº 16 de Barrientos que, tras terminar de estudiar, decidieron apostar por su terruño y hoy luchan por mejores condiciones de vida para ellos, su familia y todo el medio rural, en el mismo lugar que los vio nacer.
Todos coinciden también en lo mismo: fue fundamental para ello los 5 años que transitaron por el CEPT 16.
Allí no sólo incorporaron conocimientos para mejorar la producción y para ser eficientes en lo suyo. También aprendieron a querer su pago y recibieron las herramientas para poder desarrollarse personal y profesionalmente en su hábitat y no tener que dejar lo que más aman.
Apuntando al desarrollo del individuo y las comunidades
El programa CEPT cuenta con una serie de principios rectores que dan marco filosófico e ideológico a las acciones que se llevan a cabo dentro del Centro Educativo “El Arazá”: La Pedagogía de la Alternancia como sistema educativo adecuado a la realidad de los pequeños parajes rurales; la comunidad organizada como una forma de construir poder político y social a partir de la participación cogestiva y autogestiva y del compromiso de todos los actores del territorio; la Producción Total, que apunta al desarrollo integral de cada individuo y de la comunidad en general en función de sus necesidades y posibilidades, con el fin de lograr su potencial real.
Objetivos por los que se trabaja día a día:
- Promover el arraigo de los pobladores rurales en su medio.
- Formar a los jóvenes de las comunidades rurales de referencia como promotores y dirigentes capacitados y comprometidos, partícipes de la producción y el trabajo rural desde una propuesta de organización comunitaria para el desarrollo local.
- Formar técnicos: La educación en esta etapa de la vida de los jóvenes, los que a su término deben integrar la sociedad adulta en una época tan difícil, debe distribuir los saberes de tal forma, que conduzca a que, cada alumno desarrolle las capacidades (principalmente aquellas en las que es más apto) logrando un desempeño global; utilice las competencias acordes en cada situación particular y comprenda la importancia de una capacitación permanente.
Waldemar, 22 años
“Cumplí mi sueño, pude hacer lo que siempre quise hacer”
Waldemar Guzmán, “Wally” como todos le dicen, tiene apenas 22 años. Se crió con su familia en una estancia y siempre soñó con trabajar en el campo cuando fuera grande.
Hoy, gracias a la formación que recibió en el CEPT 16, de donde egresó con el título de técnico agropecuario, Wally pudo cumplir su sueño y trabaja como encargado general en un campo de cría, ubicado a 10 km. de Barrientos.
Orgullo por el medio rural
“Cumplí mi sueño, pude hacer lo que siempre quise hacer”, afirma feliz.
“Me gusta mucho el campo, los animales, me siento muy contento haciendo lo que hago”, señala el joven.
Por supuesto sueña también con seguir progresando. “Me gustaría seguir estudiando más. Siempre es lindo y necesario saber más cosas. Pero siempre relacionadas con el campo, es mi lugar en el mundo y del cual creo no me voy a ir nunca”, expresa con orgullo.
Julieta, 30 años
“Siempre quise seguir trabajando con mi familia”
No para. Todo el día, todos los días. Julieta Liceaga está encargada del tambo de su familia, y no tiene ni domingos ni feriados. Pero lo hace con mucho gusto. “Siempre quise seguir trabajando con mi familia”, afirma con convicción.
Julieta tiene 30 años y desde que se incorporó a la producción a la fecha el tambo creció mucho.
“Fue muy importante todos los conocimientos que adquirí en el CEPT”, señala.
“Mis padres trabajaron toda la vida en el tambo, pero el CEPT nos dio la posibilidad de mejorar muchas cosas y ser más eficientes en lo que hacemos”, admite.
Guachera propia
Otro dato también importante. Estando en tercer año del CEPT Julieta hizo su tesis sobre la producción de terneros en guachera y estudió tanto sobre el tema, que terminaron incorporando una guachera propia en el tambo familiar.
“El Prof. Luis Aguilera me ayudó mucho a preparar el trabajo. Fue un gran avance para el tambo”, explica feliz.
Hoy el tambo está totalmente mecanizado, y también en ello fue muy importante su paso por el CEPT.
Pablo, 31 años
“Cuando me fui a la facultad sabía que iba a volver, no podría trabajar en otro lugar”
Está a full. Es época de pariciones y lo tienen de un lado para el otro. Pero no importa. Está haciendo lo que le gusta, lo que ama.
Pablo Ormázabal es veterinario y por más que tuvo oportunidades para trabajar en Lobos, nunca se fue de la zona rural.
Posee su veterinaria en Salvador María y desarrolla principalmente su actividad en el campo.
“Cuando me fui a la facultad sabía que iba a volver, no podría trabajar en otro lugar”, señala el joven profesional, de 31 años de edad.
“Toda la vida me crié y desarrollé en el medio rural. Hice la primaria en la Escuela 25 y la secundaria en el CEPT, que fue clave para poder hacer lo que hoy hago”, dice.
“En el CEPT siempre me ayudaron mucho, como a todos los chicos. Fue muy importante para poder estudiar en nuestro ámbito, sin tener que irnos del lugar donde vivimos toda la vida”, agrega.
“Tengo mis raíces acá, de acá no me iría nunca”
Pablo defiende con orgullo la vida en el campo. “Tengo mis raíces acá, de acá no me iría nunca”, afirma.
“Cuando volví de la facultad, donde tuve la suerte de formarme como profesional, no lo podía creer. Fue muy lindo y muy emotivo poder volver al pago de uno, como se dice habitualmente”, señala.
Yamila, 22 años
“Aprendí mucho en el CEPT, pero lo principal, seguir mis sueños y no rendirme nunca”
Yamila Panesi tuvo un sueño y no bajó nunca los brazos hasta conseguirlo: iniciar su propio emprendimiento gastronómico.
Ama la cocina y no hay nada que disfrute más que preparar comida para afuera.
Nació en Elvira y cuando terminó de estudiar en el CEPT, siempre dijo que quería trabajar en su propia localidad. Hasta que lo logró.
“Comencé de a poco, en el 2018. Por gusto y para contar con mi propia plata. Hoy puedo darme el lujo de vivir de lo que me gusta, que no es poco”, afirma.
“Hago todo tipo de preparaciones, dulces, saladas. Desde una torta para cumpleaños hasta pizzas. Amo todo lo que es cocinar”, señala la joven emprendedora rural.
“Me siento muy cómoda en mi Elvira natal, haciendo lo que siempre quise, que es cocinar”, insiste.
“El CEPT me ayudó mucho y aprendí muchas cosas. Lo más importante, seguir mis sueños y no rendirme nunca”, exclama con felicidad.
Proyecto
Por supuesto, como todo joven, Yamila no deja de soñar.
Su próximo paso, tener su propia pastelería o su propio restaurant.
Sabe que lo conseguirá. El CEPT le proporcionó las herramientas para no bajar nunca los brazos y dedicarse a hacer lo que le gusta.
Hoy, mientras tanto, se conforma con ser la cocinera más famosa de Elvira. Por supuesto también tiene redes sociales, por donde recibe pedidos (2227-540701, Instagran @yamilapanesi y Facebook Yamila Panesi).