En la esquina de Buenos Aires y 25 de Mayo, como es tradicional y después de dos años de paréntesis obligado por la pandemia, se realizó nuevamente la Vigilia del 24 de marzo, al cumplirse 47 años del último golpe cívico militar en Argentina.
Hubo números artísticos varios, y se escuchó el testimonio de Diego Barreda, quien fuera secuestrado por el terrorismo de estado y llevado detenido al “pozo de Quilmes”.
La Vigilia comenzó con un mensaje del colectivo leído por Silvana Nicolini, quien expresó, entre otros conceptos: “nos encontramos en esta vigilia, suturando con arte las heridas que aún duelen, y esto no es más que un acto de resistencia que nos obliga a ejercitar la memoria, acto de recordar, reflexionar y concientizar colectivamente sobre las graves consecuencias de la última dictadura”.
“Hay pasados que no pasan y esta noche, en vísperas de un nuevo aniversario del golpe, aún podemos ver las secuelas de esos años de horror, en los más de 300 nietos que faltan, en el negacionismo de quienes dicen no son 30.000 los desaparecidos, en esa parte de la sociedad que insiste en la teoría de los dos demonios, en la lentitud de los juicios, en las salidas paulatinas, cobardes y silenciosas de los genocidas que aún no han cumplido sus condenas, y aún se benefician de ciertos espacios de poder”, añadió.
Y enfatizó que “nos convoca también la fuerte convicción de comprometernos en la defensa de los valores democráticos que este año cumplen 40 años de vigencia en la Argentina”,
En el cierre del encuentro, luego de entonar el Himno Nacional, Federica Citaroni llevó adelante la intervención artística para colocar el pañuelo blanco en la figura de la Madre del monumento ubicado en el centro de la Plaza 1810.