El próximo 24 de octubre la Cámara de Diputados de la Nación premiará a don Julio Banegas, de Lobos, por su trayectoria como alambrador. También por su don de gente, constancia, sacrificio y respeto por las tradiciones.
Hoy, a los 90 años, don Julio Banegas todavía sigue alambrando. Ya no para terceros, pero sí en su casa.
“Estoy medio mal de las piernas y para no caerme me puse un alambre desde la casa hasta la calle. No es mucho, más o menos 50 metros”, dice con notable jovialidad.
“Trabajé tanto tiempo para otros, que ahora trabajo un poco para mí”, agrega entre risas y con su tradicional buen humor.
Don Julio Banegas trabajó en el rubro durante casi medio siglo.
“Hace 3 ó 4 años que dejé de dedicarme. Ahora hago algunas cosas, pero no tanto como antes”, agrega con naturalidad.
“¿Quiere decir que hasta los 85 años estuvo trabajando como si tuviera 20?”, preguntó LA PALABRA.
“Sí, más o menos. No como si tuviera 20, pero nunca paré. Tuve que dejar hace un tiempo por el dolor en las piernas, pero si no hubiera seguido”, afirma.
“Lo único que he hecho en vida es trabajar y hacer amigos. No me gusta estar de gusto. Ahora no hago demasiado por el tema de las piernas, pero sino seguiría”, asegura.
El único caso en todo el país
Don Julio Banegas recibirá el reconocimiento en el marco del 3er. Congreso Gaucho, que desde 2016 comenzó a realizar la Cámara de Diputados, por iniciativa de la lobense Malena Berrueta, con el propósito de poner en valor las costumbres, la identidad y el sentir nacional.
Dicen que en la Argentina no hay otro colega con tantos años en el rubro y que lo haya continuado durante tanto tiempo.
El fundamento también destaca:
“El Sr. Julio Argentino Banegas ha sido seleccionado; no sólo por las condiciones antes mencionadas; sino por su don de gente; porque consideramos que los referentes no sólo deben trasmitir conocimientos sino valores que perduren en el tiempo; como el respeto; la constancia; el esfuerzo; la cultura del trabajo; valores imprescindibles para una sociedad sana y fuerte”.
74.000 metros de alambre, entre Lobos y Cañuelas
Don Julio Banegas aprendió el oficio de joven. En Navarro, con Emilio Torres.
“Era un hombre bastante mayor. Lo conocí cuando estaba haciendo corrales para vacas, en la feria. Trabajaba solo y mis padres le dijeron si no me quería tomar como ayudante”, precisa. Eso fue en el año 1939, detalla con envidiable memoria.
Pero también traía el oficio en sus genes. A través de su padre y otros familiares cercanos, como Alberto y Humberto Vera.
Ellos también trabajaron como alambradores durante un tiempo.
“Trabajaban bien. Hace poco estuve en un campo y los alambrados que habían hecho hace 50 años estaban como recién colocados”, destaca.
“¿Cómo sabe que eran de ellos?”, preguntó LA PALABRA.
“Cada cual tiene su propio estilo y después de casi 50 años, conozco quién puso cada alambrado de Lobos”, admite.
En lo suyo, el mejor
Hablando de estilos, cabe consignar, todos coinciden que Don Julio Banegas era el mejor alambrador que había en Lobos y la zona. Por eso lo llamaban de todas partes.
“No sé si era tan bueno. Lo que sé es que era muy responsable. La palabra para mí tiene mucho valor y si yo decía que para tal día iba a terminar el trabajo, lo terminaba”, explica.
Don Julio Banegas hizo durante su extensa trayectoria muchos trabajos importantes.
Pero, posiblemente, el más grande fue el alambrado de la Ruta 205, entre Lobos y Cañuelas, cuando se ensanchó el pavimento.
“Fue a principio de los 80. Hicimos entre 72 y 74 mil metros de alambre”, precisa con lujo de detalles, durante la amable charla que mantuvo con LA PALABRA.
Toda una vida dedicada al trabajo y a la actividad campera
En sus 90 años, don Julio Banegas hizo de todo. No sólo fue alambrador. También trabajó como puestero,
Entre 1957 y 1968 fue mayordomo en la Estancia Santa Teresa, de Arévalo. En 1970 aproximadamente trabajó 2 años como inspector de tambo de Santa Brígida.
Entró a trabajar en ese lugar por Hipólito Ricotta, famoso acopiador de productos lácteos en Lobos.
También se dedicó a la venta de leña. Trabajaba con don Roberto Piccone (P), que pertenecía al mismo rubro.
Hasta que en 1972 Osmar Mancino lo vio para hacer criaderos de chanchos. “Empecé con él y lo último que hice también lo hice con él”, manifiesta con gratitud.