

Extremadamente delicada sería en estos momentos la situación por la que está pasando el Centro de Jubilados y Pensionados de la calle Ratti 157, y de la cual LA PALABRA ha venido dando cuenta en otras oportunidades.
La semana pasada estaba prevista la realización de una asamblea para renovar la actual comisión directiva, pero la misma se debió suspender por falta de asociados. Sólo 6 socios asistieron a la reunión.
“Así no podemos seguir, estatutariamente debemos conformar otra comisión”, explicó el presidente en funciones, Jorge Azcárate.
“Por distintos motivos, quedamos sólo 8 miembros en la comisión y el estatuto no posibilita seguir funcionando con tan poca cantidad de directivos. Por tal motivo sí o sí debemos conformar otra comisión. Sino corremos riesgo de que el Centro entre en proceso de liquidación y remate público de bienes, tal como lo establecen las normas vigentes”, advirtió.
“Yo no quiero seguir más, el problema es que nadie quiere hacerse cargo”
El presidente de la institución, en diálogo con LA PALABRA, dijo también que su intención, tras dos mandatos como presidente, es dar un paso al costado.
“Yo tampoco quiero seguir más, el problema es que nadie quiere hacerse cargo. Por eso me sigo quedando, para que la institución no tenga que cerrar. Mi único propósito si todavía no me fui, es salvar la institución”, afirmó.
Por tal motivo Jorge Azcárate convocó a todos los socios a participar de la próxima asamblea, prevista para el 19 de enero.
“Es muy importante que concurran y que se involucren. En caso contrario, desgraciadamente, la institución no podrá seguir funcionando y procederán a declarar su liquidación, con todo lo que ello implica. Por ejemplo, como ya dije, el remate de todos sus bienes”, insistió.
“Es muy doloroso que 37 años de trabajo puedan terminar así”
El presidente de la entidad fue claro. No anduvo con vueltas. Si no hay nueva comisión directiva, el Centro se puede cerrar y desaparecer.
Por eso agregó: “en lo personal me causa mucha pena, no sólo por la institución, sino por la cantidad de gente que trabajó para que hoy la institución tenga todo lo que tiene”.
“Es muy doloroso que 37 años de trabajo puedan terminar así”, expresó.
¿Cómo puede ser que ningún socio quiera asumir?, preguntó LA PALABRA.
“No sé, no tiene explicación”, respondió Azcárate.
“Hay 600 socios y ninguno se quiere involucrar. Es cierto que no es fácil estar en comisiones, implica tiempo y trabajo, pero tampoco es tan difícil. Máxime cuando se dice querer a esa institución”, insistió.
Viajes suspendidos
“Es como que en el último tiempo, los socios apagaron la luz, cerraron la puerta y se fueron cada uno para su casa”, reprochó.
“Ni siquiera tenemos socios para hacer los viajes turísticos, que eran nuestro principal sostén económico. En el último viaje, se anotaron solo 2”, precisó.
“Si el problema es conmigo, a mí nadie me lo vino a decir”
Azcárate se refirió también a cuestionamientos hacia su gestión, que motivó incluso que haya socios que pidieran la baja y no sigan pagando la cuota social.
“Esos comentarios los he escuchado, pero no me constan. Hablar de más y causar daño porque sí es muy fácil”, dijo.
“Si el problema es conmigo, si es por mí que los socios no se acercan, a mí nadie me lo vino a decir”, señaló.
“Por lo menos cara a cara ningún socio me dijo nada. Por lo tanto, si el problema soy yo, me gustaría que vengan y me lo manifiesten”, insistió.
“Además, si ninguno quiere agarrar porque no me quieren a mí, el daño no me lo hacen a mí o a esta comisión, sino que se lo están haciendo a la institución. Eso es lo más grave de todo”, advirtió.