

“El problema que hoy tenemos en la educación, por lo menos uno de ellos, es que el alumno habla un idioma y el docente otro”, expresó la Lic. Paula Vizio, docente del Instituto 153, respecto a su trabajo “Aula creativa. Análisis, diagnóstico y pautas para mejorar la formación docente en el nivel primario” que presentó recientemente en las III Jornadas de Jóvenes Investigadores, organizadas por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
¿Qué significa que alumno y docente hablan idiomas diferentes?, preguntó LA PALABRA.
“En concreto, explicó, que el docente no está preparado o formado para dar respuestas a la demanda actual de los alumnos, relacionadas particularmente al uso de nuevas tecnologías”.
“Hoy el alumno, por cuestiones generacionales, utiliza para comunicarse pantallas, imágenes, sonido o textos por internet. En la escuela, en cambio, no pasa lo mismo. El medio de comunicación o transmisión de conocimientos que sigue utilizando el sistema educativo es el pizarrón y la tiza”, advirtió.
Consecuencias graves
“El problema de dicha incompatibilidad, alertó Vizio, es el quiebre que esto genera y los efectos que produce”.
¿Cuáles por ejemplo?, consultó LA PALABRA.
“En el alumno, respondió, desinterés, aburrimiento, apatía y falta de aprendizaje. En el docente, en tanto, frustración y fracaso”.
El origen del problema
A juicio de la especialista, el inconveniente principal de lo antes expuesto radica en el proceso de formación docente.
“El actual diseño curricular, detalló, no responde a las necesidades actuales del alumno. Incluye pocas horas o materias dedicadas a formar al docente en el uso de la tecnología”
“En particular, informó, dos horas en segundo año y dos más en tercero. Es demasiado poco”. “Incluso son materias teóricas, por lo que si el profesor no está habituado al uso de las nuevas tecnologías, tampoco es mucho lo que el futuro docente puede llegar a aprender”, confesó.
Lo que sucede con el docente
Esta situación, advirtió, “lo que hace es provocar miedo o temor en el docente al uso de las nuevas herramientas tecnológicas”.
“Es una cuestión lógica y obvia. Si en su proceso de formación no es formado para usarlas, es muy difícil que las use o aprenda a emplearlas”, explicó.
“Además, reconoció, hay otra realidad. No sólo el docente no está formado para usar nuevas tecnologías en el aula, sino que tampoco las instituciones están en condiciones de incorporarlas”.
“Hoy, si el docente quisiera dar su clase aplicando el uso de pantallas o videos, debería llevar el soporte físico de su casa”, admitió.
El fracaso de Conectar Igualdad
La docente expresó también que tampoco el Programa Conectar Igualdad, que distribuyó computadoras personales en las escuelas e instituciones de formación docente, fue la solución al problema.
“La idea no fue mala, pero la aplicación no dio resultado. Técnicamente no funcionó. Hubo muchas dificultades, con los servidores, con la conexión a Internet y con la asistencia técnica”, explicó.