A mitad de año, como se recordará, el Colegio Nacional tuvo que suspender las clases por falta de gas.
Se hicieron obras y se pudo reestablecer el servicio en casi todo el edificio.
Hubo lugares sin embargo donde no se reanudó la prestación hasta el día de hoy, por ejemplo el laboratorio.
Pero, lejos de salir a protestar o quedarse de brazos cruzados y no hacer nada, docentes y alumnos decidieron suplir el gas natural con un proyecto que la escuela había iniciado en el 2018 y luego tuvo que abandonar por la pandemia.
Estudiantes de 6to año, turno tarde, con los profesores Nicolás Olalla y Diego Pippo, retomaron un proyecto de fabricación de biogás, a partir de los desechos que produce la propia escuela.
Por tal motivo, con cáscaras de naranja, restos de pan, y otros residuos orgánicos, pusieron manos a la obra y hoy el ambicioso propósito se transformó en una feliz realidad.
Le contaron el proyecto a LA PALABRA
El miércoles por la tarde estuvimos en la Nacional, para conocer acerca del interesante proyecto.
Los chicos y los profesores hablaron con mucho entusiasmo respecto al logro alcanzado y a sus beneficios.
“Parte del biodigestor estaba hecho. Lo habían construido alumnos de 6to. cuando comenzaron con la idea. Nosotros lo que hicimos fue retomarlo y completarlo”, explicaron.
El biodigestor, de 200 litros de capacidad, puede producir hasta 30 litros diarios de biogás, el equivalente a 10 ó 15 minutos de hornalla en una vivienda particular.
“Por supuesto hay biodigestores más grandes, pero éste que construimos es suficiente para poder mantener el laboratorio abierto y hacer todas las experiencias que necesitamos”, explicaron.
“Por ejemplo la producción de agua destilada, que es un insumo fundamental en cualquier laboratorio, y para lo cual se necesita contar con un mechero”, dijeron con orgullo.
Con qué lo hicieron y cómo funciona
Los alumnos de 6to. que desarrollaron el implemento para producir biogás, explicaron cómo construyeron el biodigestor y cómo es su funcionamiento.
Dijeron que básicamente está compuesto por caños, baldes, tubos, llaves o tambores plásticos que se pueden comprar en cualquier ferretería.
Por ejemplo, contaron que, como la fermentación de los residuos orgánicos, a partir de la cual se libera el gas, produce un ácido que corroe los materiales, llamado ácido sulfhídrico, construyeron un filtro con elementos muy comunes y básicos, como un caño de PVC y virulana de lavar platos.
“La construcción es muy sencilla. Específicamente lo que hicimos en este caso con los alumnos es un prototipo, adaptado al ámbito escolar, pero también se puede construir en forma casera para una casa o establecimiento”, dijeron los docentes.
Los residuos que utilizan
Para alimentar el biodigestor, primero utilizaron excremento de animales y agua, para la creación y formación de bacterias, y en forma periódica, de acuerdo al uso que le dan, completan el proceso con la mezcla de desechos orgánicos.
“En general sirven todos los residuos de origen orgánico. Pero hay que estudiar muy bien cuál es el componente energético que tiene cada uno para administrar la cantidad a utilizar”, aclararon.
Por ejemplo, dijeron que la cáscara de naranja produce un ácido que, utilizado en proporciones superiores a lo consignado, puede inhibir la actividad de las bacterias.
Los objetivos que tiene el proyecto
Los docentes Nicolás Olalla y Diego Pippo especificaron los alcances de la iniciativa llevada a cabo por los estudiantes.
Dijeron que la construcción y puesta en funcionamiento del biodigestor tiene como principales propósitos:
– Asegurar la realización de prácticas estudiantiles en el laboratorio, garantizando su autosuficiencia en materia energética y particularmente en relación al consumo de gas.
– Desarrollar actividades pedagógicas que acerquen a los alumnos y creen conciencia respecto a la importancia del uso y difusión de las energías renovables.
– Fomentar y promover la implementación de sistemas de energías verdes o reutilizables en distintos ámbitos (hogar, instituciones educativas, sistemas de producción, etc).
También, anticiparon, el proyecto prevé la producción de biofertilizante líquido como abono para huertas y jardines.
“Es el segundo paso que queremos dar y ya lo iniciamos”, adelantaron, felices y con mucha alegría, los impulsores de la destacada iniciativa.