En un emotivo acto se celebraron ayer los 50 años de la Escuela Primaria Nº 36 “José Hernández”, de Antonio Carboni, con la presencia de los secretarios de Gobierno, Pablo Hasper, y de Seguridad, Julio Rustom, el presidente del Consejo Escolar, Javier Indelicato, la Inspectora de Nivel Primario, Patricia Ojeda, y la Inspectora de Psicología, Gabriela Lamadrid.
Se descubrieron tres placas, una del Municipio, otra del Consejo Escolar y la restante de la Escuela 36, siendo bendecidas por el Diácono Edwin.
El colegio, siempre ubicado en el campo de la familia Tozzi, cuenta hoy con una matrícula de 5 alumnos, de segundo a quinto año, y es su directora Andrea León, quien en su mensaje dijo: “qué difícil es expresar en un papel 50 años de vida de una escuela que albergó a tantas personas. Qué difícil es escribir palabras cuando nos invade el afecto, el recuerdo, el pasado. Qué difícil es hablar ante ustedes, cuando siento por empatía la emoción de las ex docentes y estar hoy al frente de esta institución”.
Elida Pocha Oyarzun, primera docente de la Escuela 36, expresó muy conmovida: “cuando han pasado tantos años uno comprende que hay cosas que han quedado grabadas, pero hay otras que tenemos que buscarlas porque están escondidas en algún rincón del cerebro”.
“Hace 50 años, al inicio de las clases, llegué a esta comunidad ante el ofrecimiento de la Inspectora, Señora Ana María Hiriart de Rebón, para iniciar una nueva escuela primaria del distrito. Así llegué a la casa de la familia Tozzi donde me recibieron un grupo de vecinos ansiosos pero muy decididos a lograr lo que querían. Quiero destacar el trabajo de toda la comunidad para lograr su propósito, gracias a ese esfuerzo y al haber trabajado unidos, es que sus hijos y nietos celebran este cincuentenario”, agregó.
Mientras que Héctor Tozzi, en nombre de los primeros alumnos, recordó: “siendo muy jovencito, con 6 años, iba a la escuela, me quedaba muy lejos, tenía que cruzar el patio de mi casa”.
“La señorita Pocha Oyarzun no faltaba ningún día, de a caballo o en un sulky. Qué días más hermosos aquellos, con mis compañeritos de grado, Silvia, Eduardo y Horacio. En casa fue más de un año, mientras tanto se construía el edificio. Qué orgullo y emoción sentíamos todos cuando nuestros padres y abuelos levantaron, ladrillo a ladrillo, nuestra escuela”, relató.