Doña Carolina es, desde fines del 2016, una lobense más.
En la Navidad de ese año, le dijo a Graciela Mudry, su hija, que ya no quería volver a Buenos Aires, que deseaba quedarse con ella en la hermosa casa que comparten en el Barrio Vinelli.
Obviamente que la decisión de mamá Carolina hizo muy feliz a Graciela, y hace un año que conviven en total armonía con el apoyo incondicional de Sandra, que trabaja en la casa.
El jueves 25, Carolina llegó a su siglo de vida, y en su casa todo se vistió de fiesta, como no podía ser de otra manera. Llegaron familiares desde Capital, no faltaron los globos, las flores y las tortas.
Y Carolina se sintió muy mimada, entrañablemente querida, y feliz de tener a su hija al lado en un día tan especial.
Vivió la mayor parte de estos 100 años en el barrio porteño de Flores. Allí se desempeñó como ama de casa, respaldando a su esposo que era médico y tenía el consultorio en su casa.
“Nunca tuve que salir a trabajar afuera, pero puedo decir con orgullo que trabajé mucho dentro de mi casa y siempre estuve rodeada de mucho cariño”, nos contó Carolina en el día de su centésimo cumpleaños.
Rememora también con dolor que “tuve un hijo que se me adelantó en el viaje sin retorno, él tendría que estar hoy acá también festejando conmigo, pero no pudo ser”.
Y asegura que “con Graciela disfruto mucho de esta casa, todo es muy tranquilo, me siento muy cómoda y ya quiero a Lobos como mi nueva ciudad”.
Coqueta y siempre con una sonrisa a flor de labios en su silla de ruedas, doña Carolina pasó el día de su cumple número 100, recibiendo mucho amor y con una bendita lucidez que le permite disfrutar semejante acontecimiento.