Vivimos pensando en nuestro futuro. Estudiamos, trabajamos, nos esforzamos para vivir mejor y concretar nuestros proyectos de vida. Luchamos dÃa a dÃa para ser mejores y progresar. Por eso es indispensable que se revierta esta tendencia a la abstención o el desinterés por los actos eleccionarios que se dieron y que se puede dar el domingo 13 en las PASO, cuando elijamos los candidatos de cada partido y en octubre cuando elijamos las autoridades que van a regir nuestros destinos.
Por supuesto que las desilusiones y desencantos con la clase dirigente, en todos los ámbitos, son muy grandes. Pero la única manera de revertirlo es votando, eligiendo y depurando el sistema.
Cada dÃa es más difÃcil vivir y poder alcanzar hasta lo mÃnimo e indispensable para mantener un hogar. Se trabajan muchas horas, los sueldos no alcanzan y las energÃas se agotan. Pero es indispensable que se preste atención unos 10 minutos diarios al acontecer público. No mirar con un mÃnimo detenimiento a los candidatos y sus propuestas, termina avalando verdaderos desatinos, o se dejan pasar oportunidades para comenzar a transitar un camino ascendente, como lo han conseguido nuestros paÃses vecinos.
Los jóvenes tienen que hacerse oÃr. Su opinión es muy valedera. Pero deben informarse y no dejarse llevar por modas o el oportunismo de algún partido polÃtico. Luego sÃ, lógicamente, votar de acuerdo a su elevado saber y entender.
Los cambios que se avecinan son muy grandes a todo nivel y es necesario estar al tanto para asÃ, hacerle ver al dirigente que tiene que estar a la altura de las circunstancias. Asà el debate, además de ser enriquecedor, es mucho más profundo. Dejando de lado la chatura que impera en cada una de las campañas, ya que todo se limita a las agresiones y a hablar del otro y en las que nadie habla de los fenómenos que nos cambiarán la vida por completo, como la Inteligencia Artificial, la tecnologÃa y cómo se marcha sin cesar hacia una economÃa que se desarrollará con mucha menos gente.
La abstención, un boomerang con punterÃa
No ir a votar no es gratis, ni mucho menos. Al contrario, es gravoso para la persona que no vota, porque se puede convertir en cómplice de una verdadera anarquÃa. No es ninguna exageración decir esto, ya que a nivel provincial y nacional, ante la baja concurrencia de votantes, el que alcance el poder puede no tener las fuerzas necesarias para realizar las transformaciones que se necesitan para sacar al paÃs de una de las crisis más grandes de su historia. Para ponerle números a esta hipótesis, supongamos que se elija gobernador en una provincia que tenga 1 millón de electores. Si el ganador lo hace logrando el 40% de los votos y hay una abstención del 35%, como sucedió en alguna provincia, tendrá que gobernar representado por las 260.000 persona que lo votaron, es decir un 26% de los ciudadanos. Un apoyo muy débil para este momento democrático.
Marcelo Blasco
Director