

250 vecinos aproximadamente participaron de la celebración en honor a San Cayetano, organizada por la capilla que lleva su nombre.
Hubo procesión por las calles del barrio y luego tuvo lugar la misa central, presidida por el sacerdote Lucas Figueroa.
Durante la homilía el Padre Figueroa expresó: “el trabajo es un don de Dios para la transformación del mundo, de la sociedad, por lo tanto el trabajo es un don que le pertenece a todos los hombres”.
“Miremos por lo tanto las necesidades de los demás, de los que menos tienen, es el camino que debemos tomar como iglesia y como comunidad de Jesús”. “Lo único que puede transformar a la sociedad es un corazón que comparte lo que tiene”, advirtió.
“La compasión, agregó, es lo que hará mejor al mundo, a la sociedad”. “Que pocos tengan mucho y que muchos tengan poco y no nos golpee el corazón, es lo más alejado del Evangelio, lo más alejado de la compasión y la misericordia de Jesús”, insistió.
“Por eso, dijo el sacerdote, frente al dolor de los que menos tienen, frente a la miseria de muchos, tengamos un corazón como el de Jesús”.
“Por supuesto, advirtió, no se puede compartir lo que no se ama y lamentablemente vivimos en una sociedad de odio, de separación, de distinciones, siempre tenemos excusas para excluir y nos falta compasión para incluir”.
Por tal motivo el Padre Figueroa instó a los presentes a “renovar la vocación de discípulos de Jesús, para ser compasivos como lo fue El”.
“Si celebramos a San Cayetano es porque dejó sus lujos, sus seguridades, para quedarse con los pobres. Eso nos habla de compasión, de ser capaces de compartir y de compadecernos”, expresó.
Posteriormente, como estaba previsto, hubo mate cocido y tortas. A las 21, tuvo lugar otra misa más, para aquellos fieles que no pudieron concurrir a la celebración central de la tarde.