Germán Zisler, joven lobense de 31 años, apenas concluyó sus estudios universitarios en la Facultad de Derecho, tuvo la oportunidad de ingresar a trabajar en el Tribunal Fiscal de la Nación.
Estando en mesa de entrada de ese organismo, le llegó una propuesta que no desaprovechó, y actualmente se desempeña como Relator de dicho tribunal, cumpliendo una importante función, en una rama del derecho que lo apasiona.
“Empecé en la mesa de entradas del Tribunal, abajo, y me ofrecieron la posibilidad de crecer haciendo un postgrado en derecho tributario en la Procuración del Tesoro de la Nación”, le contó a LA PALABRA.
“Obviamente dije que sí porque era una oportunidad imperdible, éramos un total de 2.000 inscriptos y quedamos 20, previo examen y entrevista”, acotó.
“Terminé el postgrado y había una opción más que era rendir una especialización presentando una tesis para convertirme en especialista, me anoté y aprobé”, concluyó.
En qué consiste la función que cumple
Explicó Zisler que “el Tribunal Fiscal de la Nación nació en 1960, y no tiene nada que ver con Fiscalía, solamente entiende en derecho tributario”.
“En la argentina uno tiene que auto-determinarse el impuesto, pero se dan situaciones en las que el fisco lo determina de oficio, fijando un aporte determinado”, aclaró.
Zisler avanzó refiriendo que “esa discusión se puede dar en dos lugares, en el Poder Judicial propiamente dicho o en el Tribunal Fiscal, luego de discutirlo en AFIP, buscando un tercero imparcial”.
El joven profesional dejó en claro que “hay una importante diferencia en una u otra instancia. Si se va por la vía del Poder Judicial primero hay que pagar el impuesto y después discutir. En el Tribunal Fiscal hasta que el cuerpo no dicta sentencia, no se paga el impuesto”.
También detalló que “se trata de un tribunal administrativo que depende del Ministerio de Hacienda, pero es autónomo en cuanto a sus decisiones. Lo integran tres vocales, dos son abogados y el otro contador”.
“MUCHA GENTE LE TIENE MIEDO A LA AFIP”
También precisó Zisler que “cuando se trata de montos pequeños, el contribuyente arregla con la AFIP a través de moratorias, aún cuando considere que tiene razón. Pero cuando son cifras grandes, generalmente se recurre al Tribunal”.
El joven aseguró que “me siento muy cómodo trabajando en el Tribunal, siento que elegí la rama del derecho que mejor me quedaba”.
“Mucha gente le tienen miedo a la AFIP”, sostuvo. “Y la realidad es que ni la AFIP es un monstruo ni los contribuyentes son carmelitas descalzas”, remató.