
Sergio y Adriana viven desde hace 10 años en Puebla, y aclaró que “estamos a unos 600 kilómetros del epicentro del terremoto, pero igualmente lo sentimos”.
Refirió que “estábamos durmiendo, eran alrededor de las doce y media de la noche y Adriana me despertó diciéndome que el perro, que duerme a los pies de la cama nuestra, estaba nervioso porque se movía mucho”.
“Cuando reaccioné me di cuenta que no era el perro, lo que se estaba moviendo era toda la casa, fue un susto grande, pero acá en Puebla no hubo que lamentar derrumbes ni víctimas”, afirmó.
“Es el tercer movimiento de este tipo desde que vivimos acá, hace 10 años, pero ninguno había sido tan fuerte”, dijo también Loinaz.