Esther habla con mucha naturalidad. Es protagonista de una historia que no es común, pero para ella es normal.
No siente que esté haciendo nada excepcional, ayudar a los que más lo necesitan es lo que aprendió en su casa.
“Toda la vida viví acá y sé lo que es la necesidad”, dice.
“A nosotros nunca nos sobró nada, pero mi padre me decía que siempre hay que ayudar”, agrega.
Esther tiene 5 hijos (la menor de 10 años), dos trabajos (en realidad hace poco perdió uno), no le sobra nada, vive al día, pero todas las semanas le da de comer a 35 niños.
“Comenzamos en 2017, pero cada vez fue creciendo más”, cuenta Esther a LA PALABRA.
“Hablé con Cristina, amiga mía de hace mucho tiempo, le dije la idea y comenzamos. Ella también me ayuda mucho”, explica.
Al principio preparaban comida para 5 ó 6 chicos. Hoy concurren a buscar sus viandas 35.
El sueño de Esther
Así fue como nació el Merendero La Amistad, a fuerza de pulmón y con mucho amor.
Funciona en la calle Goyena al 1000, en el propio domicilio de Esther.
“Me gustaría que los chicos pudieran comer acá, pero mi casa es muy modesta y no tengo lugar”, dice la mujer, mostrando su pequeña cocina.
“Antes sí comían acá porque eran menos, pero ahora no puedo”, explica.
Por eso su sueño es construir un salón delante de la casa, para poder albergar a todos los niños del barrio que diariamente concurren a buscar su vianda de comida.
“Comenzamos con los cimientos y lo estamos haciendo entre todos. Hay chicos que antes venían a comer, que hoy son más grandes y están colaborando. Falta mucho, pero sé que lo vamos a conseguir”, afirma con su tradicional optimismo.
El merendero, aclara, no posee ninguna bandería política.
“Recibimos ayuda del municipio con bolsones, pero no hacemos política”, señala.
(Por donaciones o cualquier tipo de ayuda, comunicarse con el número 2227-483445 Esther)