El sábado 2 de septiembre pasado quedará para siempre en la memoria y el corazón del pequeño Franco Cardeña y de toda su familia.
Ese día, el niño de 10 años, daltónico de nacimiento, pudo colocarse los anteojos especiales con los que comenzó a conocer colores que nunca había podido apreciar.
Pero detrás de este acontecimiento feliz que lo conmovió hasta las lágrimas, hay una conmovedora historia que transcurrió durante dos años, desde el día que su mamá, María Karina García, supo a través de “En Síntesis”, el programa informativo de la noche de Canal 13, que existían lentes especiales para asistir a la problemática de su hijo.
“En ese informe nombraron la marca, y como no teníamos computadora en casa al día siguiente comencé a indagar y supimos que era una empresa de Estados Unidos”, cuenta Karina.
“Logramos reunir toda la documentación que se nos exigía, pero nos faltaba el dinero, que además era en dólares”, sigue relatando.
“Hablamos con Victoria (Basualdo) y Guillermo (Hernández) ya que Franco es eco-delegado, y nos ofrecieron juntar diarios y revistas”, cuenta la madre.
Cómo se dio todo
“Fue así que lanzamos la colecta en una nota que me hizo Etelvina Arburúa en Canal 4, y duró 17 minutos porque fue ese el tiempo que pasó desde la nota hasta que recibimos el llamado de un ángel que nos donó el dinero, y lo único que nos pidió fue el anonimato”, recuerda.
Karina detalla también que “había que pagarlos en tarjeta y no nos alcanzaba el límite de compra, pero nos prestaron otra y después vino otra etapa, la lucha por traerlos, y Dios nos mandó a otro ángel que nunca pudimos conocer, pero que los trajo al país y llegaron a manos de un familiar que el 2 de septiembre nos dio esta inmensa alegría”.
Explica que “son anteojos especialmente hechos para Franco, elegimos el modelo, mandamos la orden de la oftalmóloga y de la óptica, y mediante internet fuimos haciendo el seguimiento”.
El daltonismo se lo detectaron en primer grado
Franco es daltónico de nacimiento, aunque no se lo detectaron en ese momento, fue recién en primer grado, cuando confundió colores de un cuaderno y de la ropa que tenía puesta.
“En la escuela 37, todas sus maestras y compañeros lo han ayudado muchísimo, estoy eternamente agradecida”, remarca su mamá.